El pasado lunes tuvo lugar la tercera jornada de anillamiento en dormidero en Los Albardales, cerca de nuestra estación de Las Minas. Como ya atardece más pronto, quedamos a las 16:00 para montar las redes. La asistencia ha sido muy buena, ya que hemos contado con la estupenda compañía de Virginia, Miriam, José, Rubén, Félix y José María.
La tarde, soleada, hizo más agradable montar la redes. Tras montarlas solo quedaba esperar, por lo que nos dimos una vuelta por los alrededores de los Albardales, que en esta época no están inundados. En nuestro paseo pudimos ver pasar varias garcillas bueyeras (Bulbucus ibis) y unos cuantos ejemplares de aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus) que merodeaban por encima del carrizo en busca de un lugar en el que pasar la noche. En otras ocasiones anteriores también los hemos visto por la zona, por lo que deben usar el abundante carrizo como dormidero. A lo largo del camino, pudimos encontrar muchos bandos de aves que parecían esperar a la caída del sol para entrar definitivamente en el dormidero: gorriones morunos (Passer hispaniolensis), pardillos comunes (Carduelis cannabina) y un montón de urracas (Pica pica) espantadas por la presencia de un gavilán (Accipiter nisus).
En cuanto a los anillamientos, han sido más de 60 aves de las 6 especies que usan el carrizo como dormidero, una buena tanda de aves. Se acercaba la hora del anochecer y las temperaturas comenzaban a bajar. Es entonces cuando, tras haber recogido todas las aves y las redes, comenzaba el anillamiento con una llamativa noticia, uno de los pardillos ya estaba anillado. Y diréis, ¿qué tiene eso de especial? Pues bien. ¡¡Era, nada más y nada menos, que un pardillo anillado en Bélgica!! Sí, en nuestro vecino europeo situado a más de 1.400 km de los Albardales, lo que podrían ser 10 días en vuelo de pardillo.
A lo largo de la jornada ha habido capturas de otras especies, como los numerosos gorriones morunos (Passer hispaniolensis) que revoloteaban durante nuestro paseo, algún que otro gorrión molinero (Passer montanus) que junto con los gorriones comunes (Passer domesticus), se habían colado entre todos los morunos, un petirrojo europeo (Erithacus rubecula) o los tímidos cetias ruiseñores (Cettia cetti).